lunes, 31 de marzo de 2014
TEATRO DEL ABSURDO
El Teatro del Absurdo es un término empleado por el crítico Martin Esslin en 1962 para clasificar a ciertos dramaturgos que escribían durante la década de 1950, principalmente franceses, cuyo trabajo se considera como una reacción contra los conceptos tradicionales del teatro occidental.
El término, que se acuña como alternativa al de anti-théâtre o nouveau théâtre, ha pasado ya a designar sobre todo el teatro de Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Fernando Arrabal, las primeras obras de Arthur Adamov y Jean Genet.
Muchas de las preocupaciones de este teatro encuentran su motivación teórica en los escritos de Antonin Artaud en “El Teatro y su doble” (1938) y, de alguna manera, en la noción brechtiana de Verfremdungseffekt (efecto alienante), mientras que la comicidad bufonesca tiene sus raíces en las películas de Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy, los Hermanos Marx y Buster Keaton.
Tomando como punto de partida lo absurdo de la vida, visto de forma palpable y no como evocación, tal y como sucedía en el teatro de Giraudoux, Anouilh, Sartre y Camus, el teatro del absurdo no es un movimiento o una escuela y los autores presentan un panorama heterogéneo. Lo que tienen en común es el rechazo generalizado del teatro realista y su base de caracterización sicológica, estructura coherente, trama y confianza en la comunicación dialogada.
A través de procesos de desfamiliarización y despersonalización, estos dramaturgos, ferozmente anticartesianos, desmontaban las estructuras del lenguaje, la lógica y la conciencia convencionales.
Samuel Beckett
La aceptada creencia de que el mundo tiene sentido (un mundo que poco tiempo antes había sufrido las experiencias de Hiroshima y los campos de concentración) es subvertida y reemplazada por un mundo donde las palabras y las acciones pueden ser completamente contradictorias.
Sin embargo, lo que se propone no es tanto el sin sentido como una perpetua prórroga del sentido, sino mostrar una realidad oculta y amarga que subyace en la idea de felicidad y confort del modo de vida burgués.
Cada obra crea sus propios modelos implacables de lógica interna, a veces triste (como en la obra de Beckett “Esperando a Godot”, 1952), patética (también en Beckett, “Fin de partida”, 1957), angustiosa (en la obra de Ionesco “La lección”, 1950), cómica (también en otra obra de Ionesco, “La cantante calva”, 1950), macabra (en la obra de Arrabal, “El cementerio de automóviles”, 1958), humillante (en la obra de Adamov “El profesor Taranne”, 1953), o violenta (como sucede en la obra de Genet “El Balcón”, 1957).
Todas ellas, sin embargo, tienen en común la presentación de una realidad grotesca.
El cuestionamiento de los referentes, alineados dentro o fuera del escenario, afecta a tres áreas fundamentales: el personaje (que puede cambiar de sexo, personalidad o estatus), la trama (que a menudo es circular, no va a ninguna parte y rechaza cualquier resolución estética) y los objetos (que pueden proliferar hasta el punto de expulsar a los personajes, como pasa en las obras de Ionesco, o pueden también ser reducidos al mínimo, como sucede con Beckett, para enmarcar la temática del vacío y la nada).
En octubre del 1948, buscando una alternativa a la prosa, Samuel Beckett comenzó a escribir Esperando a Godot. Como había hecho con sus novelas, escribía en francés como disciplina y luego las traducía al inglés, su idioma natal. Ni entonces, ni hoy está claro quién es Godot o cuál fue el origen del nombre. A pesar de que Beckett había escrito una obra de teatro anteriormente, Eleuteria, Esperando a Godot fue su primer montaje. Su debut fue el más impresionante de un dramaturgo en nuestro siglo, la obra alteró el curso del teatro contemporáneo. Desde su premiere en el Teatro de Babylone en París, el 5 de enero de 1953, Beckett dejó de ser un escritor desconocido. Sin embargo, no todo fue reconocimiento positivo. Tuvo más detractores que admiradores. Una crítica en Londres declaró que nunca en la vida había visto un drama peor y el crítico del New York Times definió la obra como “un misterio arropado en un enigma.” Lo que molestaba a los críticos era la falta de desarrollo en el drama, obviando su lenguaje y visión de mundo como un cabaret cósmico. Los prisioneros de San Quintín, captaron plenamente lo que habían desestimado los críticos, que la espera también es consustancial a la vida y por lo tanto a la dramaturgia del espectáculo. El “enigma” tildado por Broadway se convirtió en un fenomenal éxito internacional. Se representó en teatros, escuelas y prisiones. Aunque abstracto en su forma, Godot tuvo también implicaciones fuertemente políticas, como la expresión de las naciones en tránsito entre la Segunda Guerra Mundial y el saldo de 26 millones de personas y la guerra fría en la espera impaciente de una resolución mientras se esquivaba el apocalipsis. La producción de Africa del Sur hizo de Godot una experiencia propia sobre la eterna espera por la emancipación. Lo que es extraordinario de la metáfora de Godot es que no puede identificarse definitivamente. Se espera porque no hay otra alternativa razonable. Esta es la quinta representación de la obra en Puerto Rico desde su estreno en el teatro universitario bajo la dirección de Myrna Casas, la más absurdista de nuestras dramaturgas, en 1963. Para nosotros, la espera tiene que ver con muchas cosas: con el país y su centenario dilema del status, con la droga y la cura, con el espacio que queremos construir para el teatro mismo. Luego de 50 años le agradecemos a Beckett la justificación inicial para reunirnos a colaborar juntos, a buscar juegos intensos en el arte que nos permitan pasar el tiempo, a esperar a Godot en escena. Hacemos como dijo Lorca: “vamos a no llegar pero vamos a ir,” Esperamos haciendo aunque Godot nunca llegue... (Fuente principal: Conversations with and about Beckett de Mel Gussow)
Trama
La obra clásica del teatro del absurdo presenta a dos vagabundos: Vladimiro(Didi) y Estragón(Gogo) que esperan cerca de un árbol la llegada de Godot. Mientras esperan, pierden el tiempo jugando juegos verbales, haciéndose preguntas, pensando en suicidarse o marcharse, encontrándose y desencontrándose en el mismo lugar. Reciben asustados, la visita de Pozzo y Lucky, un amo y un esclavo y escuchan el largo monólogo que finalmente dice que el hombre y su cerebro, a pesar del progreso, se están encogiendo. Luego reciben a un muchacho que les trae un mensaje de Godot. El segundo acto se desarrolla igual que el primero con algunas variantes.
Eugene Ionesco
(Rumanía, 1909-1994)
Autor teatral, máximo exponente del teatro del absurdo. Nacido en Slatina, Rumania, el 26 de noviembre de 1912, Ionesco pasó su infancia en París, aunque volvió a Rumania cuando contaba trece años. Aprendió francés en Bucarest, antes de regresar a París en 1938 para escribir. Sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base del teatro del absurdo, un movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de vanguardia, especialmente al introducir las obras de un sólo acto, los autores del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y el aislamiento humanos. La cantante calva (1948) es una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del personaje. Éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros. Ionesco utiliza esta misma técnica recitativa en La lección (1950), en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En esta obra toca el tema del miedo a la muerte, que formará parte inseparable de sus últimos trabajos. En Las sillas (1952) dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes. Amadeo o cómo salir del paso (1953) trata de una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue rodearlos a ambos. El nuevo inquilino (1956) se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En El rinoceronte (1959), la obra quizá más conocida de Ionesco, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. La sed y el hambre (1964) retrata a un hombre que, hastiado por un estable matrimonio, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Entre las demás obras de Ionesco hay que citar El rey se muere (1962) y Macbeth.
Ionesco fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1970. Escribió asimismo textos acerca del teatro, memorias, y la novela El solitario (1974).
Aquí tenéis la obra al completo:
https://www.youtube.com/watch?v=0oMD5PI5VDQ
El término, que se acuña como alternativa al de anti-théâtre o nouveau théâtre, ha pasado ya a designar sobre todo el teatro de Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Fernando Arrabal, las primeras obras de Arthur Adamov y Jean Genet.
Muchas de las preocupaciones de este teatro encuentran su motivación teórica en los escritos de Antonin Artaud en “El Teatro y su doble” (1938) y, de alguna manera, en la noción brechtiana de Verfremdungseffekt (efecto alienante), mientras que la comicidad bufonesca tiene sus raíces en las películas de Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy, los Hermanos Marx y Buster Keaton.
Tomando como punto de partida lo absurdo de la vida, visto de forma palpable y no como evocación, tal y como sucedía en el teatro de Giraudoux, Anouilh, Sartre y Camus, el teatro del absurdo no es un movimiento o una escuela y los autores presentan un panorama heterogéneo. Lo que tienen en común es el rechazo generalizado del teatro realista y su base de caracterización sicológica, estructura coherente, trama y confianza en la comunicación dialogada.
A través de procesos de desfamiliarización y despersonalización, estos dramaturgos, ferozmente anticartesianos, desmontaban las estructuras del lenguaje, la lógica y la conciencia convencionales.
Samuel Beckett
La aceptada creencia de que el mundo tiene sentido (un mundo que poco tiempo antes había sufrido las experiencias de Hiroshima y los campos de concentración) es subvertida y reemplazada por un mundo donde las palabras y las acciones pueden ser completamente contradictorias.
Sin embargo, lo que se propone no es tanto el sin sentido como una perpetua prórroga del sentido, sino mostrar una realidad oculta y amarga que subyace en la idea de felicidad y confort del modo de vida burgués.
Cada obra crea sus propios modelos implacables de lógica interna, a veces triste (como en la obra de Beckett “Esperando a Godot”, 1952), patética (también en Beckett, “Fin de partida”, 1957), angustiosa (en la obra de Ionesco “La lección”, 1950), cómica (también en otra obra de Ionesco, “La cantante calva”, 1950), macabra (en la obra de Arrabal, “El cementerio de automóviles”, 1958), humillante (en la obra de Adamov “El profesor Taranne”, 1953), o violenta (como sucede en la obra de Genet “El Balcón”, 1957).
Todas ellas, sin embargo, tienen en común la presentación de una realidad grotesca.
El cuestionamiento de los referentes, alineados dentro o fuera del escenario, afecta a tres áreas fundamentales: el personaje (que puede cambiar de sexo, personalidad o estatus), la trama (que a menudo es circular, no va a ninguna parte y rechaza cualquier resolución estética) y los objetos (que pueden proliferar hasta el punto de expulsar a los personajes, como pasa en las obras de Ionesco, o pueden también ser reducidos al mínimo, como sucede con Beckett, para enmarcar la temática del vacío y la nada).
En octubre del 1948, buscando una alternativa a la prosa, Samuel Beckett comenzó a escribir Esperando a Godot. Como había hecho con sus novelas, escribía en francés como disciplina y luego las traducía al inglés, su idioma natal. Ni entonces, ni hoy está claro quién es Godot o cuál fue el origen del nombre. A pesar de que Beckett había escrito una obra de teatro anteriormente, Eleuteria, Esperando a Godot fue su primer montaje. Su debut fue el más impresionante de un dramaturgo en nuestro siglo, la obra alteró el curso del teatro contemporáneo. Desde su premiere en el Teatro de Babylone en París, el 5 de enero de 1953, Beckett dejó de ser un escritor desconocido. Sin embargo, no todo fue reconocimiento positivo. Tuvo más detractores que admiradores. Una crítica en Londres declaró que nunca en la vida había visto un drama peor y el crítico del New York Times definió la obra como “un misterio arropado en un enigma.” Lo que molestaba a los críticos era la falta de desarrollo en el drama, obviando su lenguaje y visión de mundo como un cabaret cósmico. Los prisioneros de San Quintín, captaron plenamente lo que habían desestimado los críticos, que la espera también es consustancial a la vida y por lo tanto a la dramaturgia del espectáculo. El “enigma” tildado por Broadway se convirtió en un fenomenal éxito internacional. Se representó en teatros, escuelas y prisiones. Aunque abstracto en su forma, Godot tuvo también implicaciones fuertemente políticas, como la expresión de las naciones en tránsito entre la Segunda Guerra Mundial y el saldo de 26 millones de personas y la guerra fría en la espera impaciente de una resolución mientras se esquivaba el apocalipsis. La producción de Africa del Sur hizo de Godot una experiencia propia sobre la eterna espera por la emancipación. Lo que es extraordinario de la metáfora de Godot es que no puede identificarse definitivamente. Se espera porque no hay otra alternativa razonable. Esta es la quinta representación de la obra en Puerto Rico desde su estreno en el teatro universitario bajo la dirección de Myrna Casas, la más absurdista de nuestras dramaturgas, en 1963. Para nosotros, la espera tiene que ver con muchas cosas: con el país y su centenario dilema del status, con la droga y la cura, con el espacio que queremos construir para el teatro mismo. Luego de 50 años le agradecemos a Beckett la justificación inicial para reunirnos a colaborar juntos, a buscar juegos intensos en el arte que nos permitan pasar el tiempo, a esperar a Godot en escena. Hacemos como dijo Lorca: “vamos a no llegar pero vamos a ir,” Esperamos haciendo aunque Godot nunca llegue... (Fuente principal: Conversations with and about Beckett de Mel Gussow)
Trama
La obra clásica del teatro del absurdo presenta a dos vagabundos: Vladimiro(Didi) y Estragón(Gogo) que esperan cerca de un árbol la llegada de Godot. Mientras esperan, pierden el tiempo jugando juegos verbales, haciéndose preguntas, pensando en suicidarse o marcharse, encontrándose y desencontrándose en el mismo lugar. Reciben asustados, la visita de Pozzo y Lucky, un amo y un esclavo y escuchan el largo monólogo que finalmente dice que el hombre y su cerebro, a pesar del progreso, se están encogiendo. Luego reciben a un muchacho que les trae un mensaje de Godot. El segundo acto se desarrolla igual que el primero con algunas variantes.
Eugene Ionesco
(Rumanía, 1909-1994)
Autor teatral, máximo exponente del teatro del absurdo. Nacido en Slatina, Rumania, el 26 de noviembre de 1912, Ionesco pasó su infancia en París, aunque volvió a Rumania cuando contaba trece años. Aprendió francés en Bucarest, antes de regresar a París en 1938 para escribir. Sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base del teatro del absurdo, un movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de vanguardia, especialmente al introducir las obras de un sólo acto, los autores del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y el aislamiento humanos. La cantante calva (1948) es una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del personaje. Éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros. Ionesco utiliza esta misma técnica recitativa en La lección (1950), en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En esta obra toca el tema del miedo a la muerte, que formará parte inseparable de sus últimos trabajos. En Las sillas (1952) dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes. Amadeo o cómo salir del paso (1953) trata de una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue rodearlos a ambos. El nuevo inquilino (1956) se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En El rinoceronte (1959), la obra quizá más conocida de Ionesco, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. La sed y el hambre (1964) retrata a un hombre que, hastiado por un estable matrimonio, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Entre las demás obras de Ionesco hay que citar El rey se muere (1962) y Macbeth.
Ionesco fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1970. Escribió asimismo textos acerca del teatro, memorias, y la novela El solitario (1974).
Aquí tenéis la obra al completo:
https://www.youtube.com/watch?v=0oMD5PI5VDQ
0 comentarios:
Publicar un comentario