En realidad se extiende la
era isabelina
hasta incluir el reinado de
Jacobo I (†
1625),
o incluso
hasta la clausura de los teatros en el año
1642 a causa
de la llegada de la
Guerra civil
("teatro carolino").
Shakespeare le
dedica a Jacobo I algunas de sus obras principales, escritas para celebrar el
ascenso al trono del soberano, como
Otelo (1604),
El rey Lear (1605),
Macbeth (1606,
homenaje a la dinastía
Estuardo), y
La tempestad (1611,
que incluye entre otros una "mascarada",
interludio musical en honor del rey que asistió a la primera representación.
FACTORES HISTÓRICO-SOCIALES
La época isabelina significó el
ingreso de
Inglaterra en
la
Edad Moderna
bajo el empuje de las innovaciones científico-tecnológicas como la
revolución copernicana
y de las grandes exploraciones geográficas (es cuando comienza la colonización
inglesa de
América del Norte).
La separación de la órbita del
Papado y del
Sacro Imperio Romano,
con la derrota de
Felipe II de España
y de su
Armada invencible
(1588),
el mayor bienestar económico debido a la expansión del comercio a través de
Atlántico, sellaron el triunfo de Isabel y el
nacimiento de la Inglaterra moderna. En esta época de intercambios culturales
creció el interés hacia las humanae litterae y por lo tanto, hacia
Italia, donde
los intelectuales huidos de
Constantinopla
(1453)
habían llevado consigo antiguos manuscritos de los grandes clásicos
griegos y
latinos
haciendo surgir un interés sin precedentes por la
antigüedad greco-romana
y los estudios del
idioma hebreo.
Nació entonces en Italia el
Humanismo (una
vocación sobre todo
filológica y
arqueológica),
destinado a madurar en el
siglo XVI
durante el
Renacimiento,
con la creación de un
arte y una
arquitectura
moderna y una renovación tecnológica a gran escala (se piensa sobre todo en un
Leonardo da Vinci).
Si en Italia el Renacimiento se agotó hacia la mitad del siglo XVI, en el norte
de
Europa (donde
llegó más tarde) perduró hasta las primeras décadas del
siglo XVII.
EL DRAMA EN LOS TIEMPOS DE
SHAKESPEARE
El
drama en tiempos de Shakespeare era de tradición muy antigua en Inglaterra. En
las grandes ciudades era tradicional la representación de “milagros” (ensayos
del drama religioso en la Edad Media), representados en las catedrales y en los
claustros de los monasterios, y sus temas se reducían a las vidas de los santos
y a la exaltación de las instituciones de la Iglesia. Su acción era esquemática
y tenían pocos personajes. Estas representaciones eran realizadas por grupos de
cómicos diestros.
Así el teatro fue un importante modo
de diversión del público en general. Se estimuló la práctica de la carrera
teatral, en casas de la aristocracia, que mantenían grupos de actores que eran
un poco descendientes de los juglares y bufones antiguos. Eran hábiles
esgrimistas, luchadores, bailarines, músicos y cantores con gran experiencia en
los modos de divertir a la gente.
El teatro isabelino hereda esta
tradición en la formación de lo cómico, a la vez que la búsqueda de la
dependencia de un señor que los protegía.
En la época de los Tudor, los nobles
permitieron que sus propias compañías ejercieran su oficio en otras partes. Así
ocurre la independización de estos grupos que adquieren la capacidad de
mantenerse por sí mismos.
Los primeros teatros que se conocen se
establecieron en los patios de las posadas adaptados para ello, donde se
construía un tablado para la representación. Casi todas estas posadas quedaban
en los suburbios o en las carreteras de acceso a la ciudad.
Las carretas de cómicos que
transportaban los trajes y la utilería llegaban a Londres buscando hospedaje en
las posadas. Y mediante un trato con el hospedero que participaba en las
ganancias, a cambio de comida, el patio de la posada quedaba reservado para
ellos.
En la evolución del teatro, se supone
que una etapa posterior fue utilizar toda la posada para el uso de los actores.
Numerosos financieros se ocupaban de
las mejoras en los teatros. De las posadas a un edificio con fines teatrales
hay un paso.
En cuanto a la ubicación, hubo dos
factores que determinaron que se construyeran en las afueras de la ciudad:
primero, la oposición de las autoridades, que influidas por el pensamiento
puritano, pensaban que el teatro era un modo de deterioro de las costumbres, no
sólo morales sino físicas; segundo, la necesidad de no alejarnos mucho de la
ciudad, para tenerlos al alcance de la población. Estas razones en apariencia
contradictorias, explican cómo la construcción de los teatros estaba supeditada
a la: existencia de un vivo interés por el espectáculo, la cantidad de público
que asistía a ellos, por un lado, y por otro la oposición que los puritanos
ofrecían a este tipo de esparcimiento que significaba un alejamiento del hombre
de los principios morales rígidamente interpretados por ellos.
Fue tradicional las agrupaciones
teatrales formada por niños, que llegaron a competir con la de los adultos.
Cuando llegaba el tiempo en que la edad les hacía perder la voz, muchos de
ellos, ingresaban en comp2añías de adultos, donde realizaban el aprendizaje
cabal del arte escénico y se convertían en actores profesionales.
Además de las representaciones en los
teatros públicos, las compañías prestigiosas lograban muchas veces que fueran
invitados a representar en la corte. Así ocurrió con la compañía de Shakespeare,
durante los reinados de Isabel I y Jacobo I. Las representaciones se realizaban
en salones acondicionados para ello. De esta costumbre, van a surgir los
teatros privados, se puede decir que las cortes, con sus salones, fueron en
realidad los primeros teatros privados. Esta costumbre luego se extendió a las
residencias de los nobles y a las universidades.
MARCO HISTÓRICO
Pasados los largos años de anarquía de la guerra de “Las dos rosas”, entre las
casas rivales del York y de Lancaster, el reinado de Isabel I trajo la
pacificación definitiva de las islas, con excepción de los disturbios religiosos
de Irlanda.
Pacificada, dominada religiosamente por la secta protestante puritana,
Inglaterra tuvo tiempo de ocuparse de su posición en el mundo. La monarquía se
transformó en un centro dispensador de monopolios que le dieron como
retribución, riqueza, poder y dominio, especialmente en el nuevo mundo.
Paz, riqueza, orden interior, afianzamiento de la monarquía absoluta, temor al
desorden y a la anarquía, son los elementos que encontramos en el reinado de
Isabel I. Pero además, y como nunca antes ni después, conoció Inglaterra tal
florecimiento de las artes y las letras.
El reinado de Isabel I Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, tuvo uno
duración de cuarenta y cinco años (1558-1603).
Este período de esplendor y prosperidad se manifestó en la literatura y teatro,
se prolonga incluso en el reinado de Jacobo I Estuardo.
Los rasgos más sobresalientes del teatro isabelino son los siguientes:
*
Se produce en un momento
en que llega a su declinación el drama medieval reemplazado por un drama
renacentista (notar que el renacimiento inglés es mucho más tardío que el
italiano o español)
*
Era un teatro popular,
dirigido a un público heterogéneo que veía representarse en el escenario sus
propios problemas y hechos cotidianos (se aprovecha todo, era una crónica de
actualidades y una crónica histórica)
*
Los dramaturgos
isabelinos no respetan las unidades artistotélicas de tiempo, lugar y acción:
“libre de reglas”
*
Había una alternancia en
la obra, tanto de situaciones trágicas con cómicas; así como de poesía y prosa.
*
Las mujeres no
participaban como actrices, los papeles femeninos eran entregados a chicos y a
jóvenes.
ESBOZO DE UNA TEORÍA DEL ARTE DRAMÁTICO DE SHAKESPEARE
El teatro al que accede Shakespeare, alrededor de 1550, estaba en manos de
actores, quienes pagaban a los poetas para que escribieran sus temas, para un
teatro lleno de vida, laico, amparado por los nobles y también perseguido por el
gobierno puritano. Los petas eran considerados piezas importantes del éxito de
los actores que se fueron despojando de los viejos usos dramáticos: la
pantomima, la pirueta, mezclada con frases
sonoras y pomposas, la declamación moralizadora, etc. La cultura del
renacimiento permitió la renovación tanto de los temas, como de los modos de
interpretarlos. El actor adquiere en el momento que Shakespeare llega al teatro
otra dimensión. El poeta crea un nuevo arte interpretativo. Concentró en el
actor la posibilidad de dotar al texto de fuerza, a partir exclusivamente de la
modulación de la voz y del conocimiento en las posibilidades expresivas de su
cuerpo. No hay que olvidar que las grandes obras de Shakespeare carecían de
decorados, por eso, el poeta dar al texto, la emoción y el efecto ilusorio que
tenía la finalidad de retener al público.
Shakespeare tuvo que enfrentar una limitación de la que también supo sacar
partido. Debió utilizar muchachos para interpretar los personajes femeninos de
sus obras. En las escenas amorosas evita todo contacto físico entre los
enamorados. El diálogo insinúa con fina musicalidad, el abrazo, la sensualidad,
la pasión. Claro que esto era una tremenda prueba para el jovencito que
desempeñaba el papel.
Todo el oficio y su concepción del arte escénico derivan de las necesidades y
estructura de los teatros. De ahí deriva el que Shakespeare dejara de lado las
llamadas unidades aristotélicas de tiempo, lugar y acción. El escenario
elemental le obligó a liberarse de ellas. Su drama por esta circunstancia se va
a sostener permanentemente en el texto.
En el teatro de Shakespeare son los personajes los que señalan los cambios en la
acción, en el lugar o el tiempo.
El mayor aporte de Shakespeare al teatro es la revelación del carácter como
rasgo principal. Y el primer personaje que entabla esa relación entre él y el
público es Hamlet.
Shakespeare va deshilvanando en el escenario el infinito trasmundo que
transcurre en el alma del personaje, que se irá revelando ante nosotros
lentamente. Para que esa autorrevelación nos inunde de tal manera que nos
sintamos involucrados, el poeta se vale del monólogo. Es el medio por el cual
entrevemos el conflicto que está en la conciencia del personaje. Para darle más
vigor a esta forma de revelación, Shakespeare va a utilizar alternativamente la
prosa y el verso.
Shakespeare a través del dominio de su arte, sustituye todo elemento foráneo del
cual no pueden prescindir las demás obras de teatro: maquinaria teatral,
utilería, etc.. Shakespeare coloca todo en la potencia de sus versos, y en las
posibilidades del actor.
Hasta la atmósfera de las escenas aparecen explicadas en el texto. El frío la
oscuridad en donde esperan la aparición del espectro en Hamlet; la oscuridad en
el castillo de Macbeth señalada por Banquo.
EN RESUMEN
El teatro isabelino, lograba una síntesis de valores populares y renacentistas.
La época de Shakespeare fue una época de marcada individualización, emanada de
las reflexiones filosóficas sobre el hombre, nacida del estudio empírico de las
pasiones y de la teoría de los caracteres, surgida de un estilo de vida
caballeresco y cortesano. Cervantes y Shakespeare son los videntes de la
individualización, deben sus logros a esta captación de la historia que
vivieron.
Fueron tres las novedades que introdujo el drama humanístico en el teatro:
Transformó el teatro medieval, que era esencialmente la representación y
pantomima, en obra de arte literaria.
Aisló, para realizar la ilusión, la escena, del público.
Concentró la acción tanto en el espacio como en el tiempo, sustituyendo, la
desmesura épica de la Edad Media por la concentración dramática del
Renacimiento.
4 comentarios:
Os dejo unos apuntes sacados de internet, pero completitos. Tenéis que dominar todo esto para en "encuentro literario sobre Hamlet" que haremos el miércoles día 11 de enero.
LLevará Me falta mucho por aprender de todos vosotros. nota y espero que me sorprendáis.
Por cierto: felices Reyes a todos.
Este teatro será clave para la consecución, por parte de la monarquía, del poder absoluto en la época. Esto se verá mejor en España, principalmente con Lope de Vega, con un teatro populista que servirá de entretenimiento para la plebe y al mismo tiempo de propaganda de la monarquía autoritaria instaurada con los Reyes Católicos. Los personajes en estas obras eran bastante planos, de la misma manera que estaban caracterizados siempre de una manera muy similar, la cuál exaltaba la gracia, la bondad y la gloria de la Corona y de sus súbditos leales así como era despreciativa con los que le eran detractores.
Lope estaba protegido por la Corona, de la misma manera que lo estaba Shakespeare, aunque sus obras no sean tan puramente propagandísticas y se encaminen más al entretenimiento. Si bien, es de resaltar que los personajes shakespeareanos son mucho más redondos, complejos y tormentosos interiormente, tienen una humanidad palpable que les acerca al lector o al espectador y le adentra en sus problemas ineriores, mientras que los de Lope, como he comentado antes, son mucho más simples y hacen las veces de símbolos y de iconos bien marcados y definidos, también repetitivos, aptos para el juego propagandístico del que he hablado.
El fin propagandístico del teatro en esta época siempre ha sido conocido. Que se lo digan a Calderón de la Barca en nuestro país, años más tarde.
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