Parece imposible acercarse a la segunda generación de poetas románticos ingleses, Lord Byron (1788-1824), Percy B. Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821), sin derivar en el recital novelesco que suele configurar el mito del “poeta maldito”: genialidad precoz en la juventud, desplantes sonados en sus relaciones amorosas, desafío y repudio de las instituciones sociales, exilio voluntario y odiseas literarias que sellan con una muerte prematura y poéticamente oportuna. Los tres personajes que encarnan esta rebeldía romántica en Inglaterra murieron muy jóvenes: a los treinta y seis años Byron, a los treinta Shelley, y Keats a los veintiseis, rubricando así su destino trágico.
En carta a Richard Woodhouse declararía (1818): ” Todo lo que espero es no perder el interés por los asuntos humanos, y que esa indiferencia solitaria que siento hacia el aplauso de los espíritus incluso más despiertos no ciegue nada de la profundidad de visión que yo pueda tener”.
En todas sus obras se advierten los rasgos que han quedado como definitivos y definidores de la busqueda de la belleza “keatsiana” : Hyperion, Endymion, La víspera de Santa Inés,La bella dama sin piedad, seis odas magistrales, Lamia y varios sonetos. La vulnerabilidad de la relación amorosa en su desesperado enamoramiento de Fanny Brawne, la belleza en el arte y en la naturaleza, la transitoriedad de las cosas o el deseo de morir son algunos de los “asuntos” humanos que tejen estas narraciones, sin verse importunados por las doctrinas filosóficas o los credos religiosos. La complejidad de la existencia humana se hace en ellas inmensamente transparente.
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